La llegada a Roma a comienzos de siglo de Caravaggio y Annibale Carraci marcó un giro fundamental en la historia del gusto artístico que, tras superar el academicismo y el virtuosismo de las formas manieristas todavía muy difundidas, inauguró una nueva relación con la realidad y la naturaleza.
En este sentido, las obras que Caravaggio realizó en Nápoles al huir de Roma se convirtieron en savia vital para la renovación artística, mientras que en Toscana la pintura alcanzó la dignidad y la esencia propias de un intenso patetismo atento al realismo en expresiones y movimientos. En esta misma línea, en Milán se pintaron palas de altar que poseían la eficacia persuasiva de los lienzos de Ludovico Carraci, a la vez que la pintura genovesa estuvo absolutamente influenciada por la estancia en la ciudad de Rubens. Tampoco se descuidó el alcance indiscutible del teatro barroco, caracterizado por el efectismo y lo maravilloso, ni aquel novedoso gusto por lo descriptivo y lo minucioso hasta en los más mínimos detalles de la realidad exterior difundido en Roma, Nápoles, Génova, Turín y Milán gracias a los artistas procedentes del norte de.
Friday, May 4, 2018
La pintura barroca en Italia
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